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¿Por qué activo, pasivo y patrimonio son esenciales para entender tu empresa?

Los términos de activopasivo y patrimonio conforman el pilar de la contabilidad empresarial. Este artículo de Loggro explora sus definiciones conceptos claros y su relación a través de la ecuación fundamental (Activo = Pasivo + Patrimonio), la que también aplicamos con ejemplos prácticos del sector comercio en Colombia y Latinoamérica. A partir de aquí, también analizamos cómo la tecnología perfecciona el control de estos elementos, optimizando así los procesos y fortaleciendo la salud financiera de las empresas. También exponemos buenas prácticas contables para llevar de forma adecuada el control de activos, pasivos y patrimonio a la hora de la evaluación financiera de un negocio.

¿Por qué activo, pasivo y patrimonio son esenciales para entender tu empresa?

La contabilidad es una de las materias más determinantes para gestionar las finanzas y tomar decisiones en los negocios. Se erige como la herramienta más importante para registrar, clasificar, elaborar y analizar la información financiera de una empresa y, por ende, generar informes para gerentes, inversionistas y otros stakeholders. En la esencia de la información financiera están presentes tres conceptos fundamentales: activo, pasivo y patrimonio. Para cualquier empresa y, en especial, para las del sector comercio de Colombia y Latinoamérica, conocer y entender estos conceptos y las interacciones que les concierne, es crucial. De su articulación y definición dependen la elaboración del balance de situación; así como la lectura del estado financiero que mantenga el negocio.

De una manera sencilla, podemos decir que el activo es lo que posee la empresa; el pasivo, aquello que debe; y el patrimonio, el valor residual de dichos activos que corresponde a los dueños de la misma. Estas partes se encuentran en estrecha relación a través de la ecuación contable básica (Activo = Pasivo + Patrimonio), que siempre tiene que cumplirse. Es importante conocer las definiciones más formales que cada concepto recibe, además de su aplicación habitual.

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Definiciones de Activo, Pasivo y Patrimonio

Activo: recursos con beneficios económicos futuros

En contabilidad, un activo se entiende como un recurso económico presente que se encuentra controlado por la empresa; este recurso se origina de sucesos del pasado, en relación al cual se esperan beneficios económicos futuros. Si se dice de otro modo, los activos son aquellos bienes y derechos que tiene el negocio, es decir, aquellos recursos que utiliza el ente económico con la intención de llevar a cabo su actividad, que le va a generar algún valor. Los activos tienen valor en la medida en que puedan generar ingresos o convertirse en moneda en una fecha posterior​. Por ejemplo, el dinero en efectivo disponible (en caja o bancos), las cuentas por cobrar (el dinero que los clientes deben por las ventas a crédito) y los inventarios de mercancías son activos típicos de una empresa comercial. También lo son los activos a largo plazo como la maquinaria, el mobiliario, los vehículos que se emplean en la operación o incluso activos intangibles (patentes, marcas) que proporcionan valor futuro.

Una característica importante del activo es el control por parte de la entidad: de esta forma, la entidad puede usar el bien y recibir beneficios de este. Igualmente, se suele clasificar a los activos según su liquidez o disponibilidad. Los activos corrientes son aquellos que tienen alta liquidez, los que se espera que se conviertan en efectivo en un ciclo operativo de un año y comprenden partidas como caja y bancos, cuentas por cobrar e inventarios. Mientras que los activos no corrientes (o fijos o a largo plazo) son aquellos bienes que se espera usar por más de un año, como bienes raíces, planta y equipos, los que sustentan las operaciones a largo plazo. Esta clasificación permite ver la capacidad de la empresa para hacer frente a obligaciones de corto plazo con los recursos más líquidos, frente a la inversión en los recursos de larga duración.

Pasivo: obligaciones y deudas financieras

El pasivo muestra las obligaciones actuales que la empresa mantiene con una serie de terceros, como consecuencia de hechos o transacciones pasadas, cuya exigencia requerirá el desprendimiento de recursos en el futuro​. Expresado de otra manera, son las obligaciones financieras contraídas por la entidad: lo que la empresa “debe” a sus proveedores, a los bancos, a los/as trabajadores/as, al Estado o a otros acreedores. Algunos ejemplos de pasivos típicos en una empresa comercial son las cuentas por pagar a proveedores (por mercancías compradas a crédito), los préstamos o créditos hipotecarios que se hayan obtenido para financiar operaciones, las obligaciones con los trabajadores/as en cuanto a salarios por la tarea de trabajo ya realizada y prestaciones, los impuestos devengados y no pagados, incluso los anticipos recibidos de clientes por mercancías o servicios que habrá que suministrar después (pasivos diferidos)​.

Al igual que sucede con los activos, existen pasivos que se clasifican en base a la exigibilidad o plazo de pago. Se definen los pasivos corrientes (o circulantes) como aquellas deudas a corto plazo, que maduran en el año siguiente a la fecha del balance. En esta categoría se incluyen, por ejemplo, las cuentas por pagar a los proveedores, las obligaciones laborales inmediatas y otras deudas operativas que deben ser canceladas a lo largo del ciclo operativo anual​. En cambio, los pasivos no corrientes son las obligaciones de largo plazo, que maduran en un plazo mayor de 12 meses. En esta categoría caben los préstamos bancarios a muchos años, emisiones de bonos o hipotecas, deudas de financiamiento a largo plazo, entre otras. Esta clasificación hace posible evaluar la estructura de la deuda de la empresa: un nivel razonable de pasivos corrientes frente a activos corrientes conlleva una buena liquidez para hacer frente a los pagos que son inminentes, cuando el nivel de endeudamiento a largo plazo hace frente a compromisos de pago no inmediatos, pero son indispensables en pro de expansiones y crecimiento.

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Patrimonio: capital propio y valor residual del negocio

El patrimonio, también denominado patrimonio neto o capital contable, es el valor residual de los activos de la empresa cuando se han deducido todos los pasivos. Es el valor que realmente corresponde a los propietarios (socios o accionistas) de la empresa. Desde el punto de vista conceptual, el patrimonio es lo que se repartiría entre los propietarios de la empresa en el caso de que la empresa liquidara todos sus activos y pagara la totalidad de sus deudas. Este patrimonio incluye las aportaciones de capital que se hayan realizado por los socios, así como las utilidades generadas y que han sido reinvertidas en la empresa.

Entre los elementos principales del patrimonio se encuentran el capital social (dinero que se aportó en un primer momento por los propietarios para constituir o financiar la empresa), las reservas (beneficios acumulados que la propia empresa decide acumular para reforzar su situación financiera en vez de distribuir las utilidades como dividendos) y los resultados acumulados o ganancias retenidas de ejercicios anteriores. En empresas más grandes, también forma parte del patrimonio las utilidades del ejercicio en curso (hasta que se distribuyan), las plusvalías por revaluación de activos, las aportaciones adicionales de socios. El patrimonio tiene la capacidad de crecer con nuevas inyecciones de capital o por medio de las utilidades del negocio, y de crecer con pérdidas o a causa de la distribución de dividendos.

La ecuación contable fundamental: Activo = Pasivo + Patrimonio

Los tres conceptos anteriores se vinculan mediante la ecuación contable básica: Activo = Pasivo + Patrimonio, de tal forma que esta igualdad permite entender que todos los recursos que posee la empresa (activos) han provenido bien sea de terceros (pasivos) o de los propietarios (patrimonio)​. Dicho de otra manera, el lado derecho de la ecuación (pasivos + patrimonio) implica la forma en que se han financiado los activos: parte de ellos provendrá de las deudas y la otra parte provendrá de capital propio. Por ejemplo, los $500 millones en activos de una tienda de ropa (dinero, inventario, mobiliario, etc.) pueden ser la consecuencia de haber obtenido $300 millones con financiación externa (pasivos como préstamos de bancos o crédito de proveedores) y $200 millones mediante aportaciones de los socios o de utilidades retenidas (patrimonio). La suma de pasivos ($300) y patrimonio ($200) equivale al total de activos ($500), cumpliéndose la ecuación.

La ecuación patrimonial garantiza que el resultado del Balance General “balancee” y es un principio derivado de la partida doble (cada entrada contable tiene su contrapartida). Podemos reordenar la ecuación como Patrimonio neto = Activo – Pasivo, que permite comprobar de forma más clara la relación de diferencia: el patrimonio neto es el valor que tiene la empresa neto una vez pagadas sus deudas. Por lo tanto, si el activo es superior al pasivo, el patrimonio neto es positivo, una señal de valor para los propietarios. Es decir, una empresa que presenta un activo superior a su pasivo tendrá un patrimonio neto positivo (solvencia), mientras que si los activos son inferiores a los pasivos tendría un patrimonio neto negativo (debe más de lo que tiene), lo que puede ser indicativo de una posible insolvencia financiera. En ocasiones, los analistas recurren a indicadores del tipo razón de endeudamiento (pasivo total/activo total) para comprobar hasta qué punto está apalancada la empresa; un patrimonio neto negativo o muy bajo en proporción al activo total es una señal a tener en cuenta en lo que respecta a la viabilidad de la empresa.

Vale la pena destacar que la ecuación contable se materializa en el estado de situación financiera o balance general de la empresa, donde se exponen todos los activos y confrontados con ellos todos los pasivos y patrimonio que los financian. Para conservar esta ecuación se debe tener su información permanentemente actualizada, realizando un registro de las transacciones: cada vez que la empresa realiza algún tipo de operación (una venta, una compra a crédito, un pago de deuda, etc.) se modificarán, de forma que la igualdad permanezca. Un sistema contable confiable se encarga de registrar simultáneamente el efecto de cada transacción en ambas partes de la ecuación, evitando desbalances.

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Activos, Pasivos y Patrimonio en los Estados Financieros

Los conceptos de activo, pasivo y patrimonio se encuentran reflejados, principalmente, en el balance general, que es uno de los estados financieros básicos de toda empresa. El balance general (o estado de situación financiera) presenta de forma detallada, en cierta fecha, los activos de la compañía y la contraparte de cómo están financiados (pasivos y patrimonio). No obstante, para tener una visión completa de la salud financiera y del desempeño de una compañía, el balance general se complementa con otros informes: el estado de resultados, el estado de flujo de efectivo y el estado de cambios en el patrimonio. A continuación, se resumen los principales informes financieros y qué incluye cada uno:

Informe financieroContenido principal
Balance General
(estado de situación financiera)
Presenta los activos de la empresa (circulantes y no circulantes) y sus fuentes de financiación: los pasivos (obligaciones de corto y largo plazo) y el patrimonio (capital aportado y utilidades retenidas). Es una “fotografía” de la situación financiera en una fecha determinada, la que evidencia lo que tiene y lo que debe la empresa y la porción que les corresponde a los dueños.
Estado de Resultados
(pérdidas y ganancias)
Resume la totalidad de los ingresos de la empresa en un periodo y la totalidad de los gastos en que incurre para obtenerlos: costes de ventas, gastos de explotación, gastos financieros e impuestos. Su resultado final es la utilidad o pérdida neta del periodo que incrementará o hará disminuir el patrimonio (a través las reservas de ganancias) una vez que se haya distribuido.
Estado de Flujo de EfectivoMuestra el movimiento de las entradas y salidas de efectivo en un periodo, desde las actividades de operación (inversiones relacionadas con el giro del negocio), de inversión (compra/venta de activos, inversiones financieras) y de financiamiento (préstamos, aportaciones de capital, pago de dividendos). Revela cómo la empresa genera y utiliza su efectivo, indicando si la operación diaria produce o no liquidez suficiente y cómo se están financiando las inversiones o los pagos a los socios.
Estado de Cambios en el PatrimonioDetalla las variaciones en las cuentas de patrimonio entre el inicio y el final de un periodo. Incluye movimientos como aumentos de capital (nuevos aportes de socios), la distribución de las utilidades (dividendos), las utilidades del ejercicio que se incorporan al patrimonio, los ajustes por revaluaciones de activos o por reservas creadas, entre otros movimientos. Permite deducir cómo llegaron las cuentas patrimoniales al correspondiente valor que reflejan en el balance general.

De estos cuatro informes, el balance general y el estado de resultados suelen ser los más consultados para evaluar la salud financiera de una empresa. El balance general permite calcular diversos indicadores de solvencia o de endeudamiento (por ejemplo, comparar la proporción de los pasivos con respecto al patrimonio, o medir la liquidez mediante la relación entre los activos corrientes y los pasivos corrientes), mientras que el estado de resultados nos muestra la rentabilidad obtenida durante el periodo. Sin embargo, es importante señalar que los estados financieros deben analizarse a la par: una alta utilidad podría no traducirse en liquidez si los cobros son largos (lo cual se evidencia en el flujo de efectivo), o un patrimonio creciente podría ser también consecuencia de revalorizaciones no realizadas en efectivo. En pocas palabras, los activos, los pasivos y el patrimonio nos dan una imagen estática y acumulativa en el balance general, pero su dinámica temporal y su relación con la caja y la rentabilidad se comprenden mucho mejor cuando se contrastan los diferentes informes financieros.

Importancia de Activo, Pasivo y Patrimonio en la salud financiera

Mantener un buen equilibrio entre activos, pasivos y patrimonio es clave para la estabilidad y el crecimiento de cualquier empresa. El patrimonio neto, que se obtiene al restar los pasivos de los activos, es un indicador fundamental de la salud financiera, ya que refleja lo que realmente le pertenece a los propietarios una vez que se han saldado todas las deudas. Un patrimonio positivo y sólido sugiere que la empresa tiene más activos que pasivos, lo que es una buena señal de solvencia y de su capacidad para cumplir con sus obligaciones. Por otro lado, si los pasivos se acercan o superan a los activos, la compañía podría enfrentar un patrimonio reducido o negativo, lo que indica un alto riesgo financiero.

¿Por qué son tan importantes estos conceptos para evaluar la salud financiera?

Primero, la relación entre activos y pasivos determina la solvencia de la empresa. Un negocio que tiene activos suficientes para cubrir sus pasivos (es decir, con un patrimonio positivo) está en una buena posición para enfrentar sus deudas a largo plazo, mientras que una empresa sobreendeudada (con pasivos que superan significativamente sus activos) puede caer en insolvencia. Los acreedores y analistas prestan especial atención al tamaño del patrimonio: un patrimonio sólido actúa como un colchón ante pérdidas y genera confianza en quienes otorgan crédito o invierten en la empresa. De hecho, las empresas con un patrimonio fuerte suelen conseguir financiamiento en mejores condiciones, ya que los prestamistas perciben menos riesgo de impago.

En segundo lugar, la estructura del activo muestra la liquidez y la eficiencia en las operaciones. Por ejemplo, una sobrecarga de inventario (activo circulante) inmovilizada podría señalar problemas de rotación de stock o de ventas, mientras que una escasez de efectivo disponible podría complicar las actividades cotidianas. Examinar la composición de los activos (la proporción de corriente y no corriente) contribuye a comprender la habilidad de la compañía para producir flujos monetarios. Al mismo tiempo, examinar el perfil de los pasivos (deuda a corto y largo plazo) facilita la evaluación de la presión de pago a corto plazo. Una excesiva deuda a corto plazo sin liquidez adecuada puede llevar a dificultades de efectivo, incluso si en realidad la compañía cuenta con un patrimonio positivo.

Otro factor esencial es la tendencia con el transcurso del tiempo. La salud financiera no se mide solo en un momento estático; comparando saldos de varios periodos se pueden identificar tendencias: ¿están creciendo los activos a la par de las ventas?, ¿se incrementan los pasivos más rápido que los activos?, ¿cómo evoluciona el patrimonio año tras año? Un incremento constante del patrimonio usualmente indica una reinversión de las ganancias o aportes de capital y constituye una indicación de robustecimiento financiero. En cambio, una reducción del patrimonio podría señalar pérdidas constantes o retiros desmedidos de los propietarios, lo que a largo plazo deteriora la situación financiera.

En conclusión, los indicadores de activo, pasivo y patrimonio actúan como reflejadores de la “vitalidad” financiera de la compañía. Los posibles inversores analizarán el balance general para determinar si la compañía es atractiva: un elevado volumen de activos productivos, una deuda regulada y un patrimonio robusto suelen ser atractivos para la inversión. Igualmente, la dirección interna emplea estos datos para tomar decisiones estratégicas, tales como planificar la expansión (¿existen activos suficientes o capacidad de endeudamiento para financiarla?), aplicar controles de costos (minimizar pasivos superfluos, maximizar el uso de activos) y definir políticas de reparto de ganancias responsables (que no descapitalicen la empresa). Por lo tanto, comprender y supervisar de manera constante estos tres elementos contables es esencial para asegurar la viabilidad de la empresa a lo largo del tiempo.

Tecnología y optimización: Software ERP en la gestión de activos, pasivos y patrimonio

En la época digital, la tecnología ha aportado un gran beneficio a la gestión de la contabilidad y las finanzas empresariales. Las soluciones de planificación de recursos empresariales (ERP) en formato SaaS (Software como Servicio) se han vuelto indispensables para automatizar y perfeccionar los procedimientos de contabilidad. Un ERP fusiona en una sola plataforma central todos los procesos empresariales -financieros, operativos, inventarios, nómina, entre otros-, optimizando la eficiencia y la cooperación interna. En términos de administración de activos, pasivos y patrimonio, esto implica que cada operación significativa puede ser documentada en tiempo real y nutrir automáticamente los estados financieros sin necesidad de intervención manual. Por ejemplo, al facturar una venta en el sistema, el ERP reduce el inventario (activo), registra el ingreso y actualiza las cuentas por cobrar, reflejando al instante el impacto en la ecuación contable.

La tecnología contable contemporánea ha transformado el modo de administrar las cuentas en las pequeñas y medianas empresas. La implementación de programas de contabilidad o módulos financieros en un ERP no solo economiza tiempo, sino que disminuye considerablemente la probabilidad de equivocaciones humanas en los registros. Estas herramientas suelen incorporar características útiles, tales como conciliaciones bancarias automáticas (que contrastan los registros contables con los extractos bancarios para garantizar la correcta contabilidad del dinero), creación de informes financieros en un solo clic, administración integrada de facturas de venta y compra, y avisos de vencimientos de cuentas por pagar o por cobrar. Además, un ERP eficaz ofrece acceso a distancia a los datos, facilitando a los propietarios y contadores la consulta del estado financiero de la compañía en cualquier instante y desde cualquier lugar. Esto cobra especial relevancia en soluciones en la nube, donde la información se actualiza en tiempo real y permanece segura en servidores con altos estándares, eliminando riesgos de pérdida de datos por daños en equipos locales.

Un beneficio extra de los ERP actuales es su habilidad para ajustarse y mantenerse al día con las regulaciones. En países como Colombia, donde las normativas fiscales y contables pueden variar (por ejemplo, modificaciones en las normas NIIF o en las exigencias para la facturación electrónica), es esencial disponer de un software que reciba actualizaciones continuas centradas en la legislación actual. Así, la compañía garantiza el cumplimiento de las regulaciones sin necesidad de esfuerzo extra. Esto elimina la preocupación de si los estados financieros están presentados según las últimas normas, ya que el sistema incorpora cambios regulatorios en sus plantillas y cálculos automáticamente.

Sin embargo, es importante señalar que la automatización no sustituye la necesidad de la supervisión humana especializada. Un software ERP es un instrumento que potencia la labor del contador o gerente financiero, liberándolo de labores monótonas (como cuadrar cuentas manualmente o la creación de balances en hojas de cálculo) para que pueda concentrarse en el análisis estratégico. En lugar de reemplazar al experto en contabilidad, la herramienta potencia su habilidad de análisis, dado que elimina errores manuales y le proporciona informes listos para interpretar.

Buenas prácticas contables para gestionar Activo, Pasivo y Patrimonio

A pesar de la tecnología avanzada, la administración financiera necesita adherirse a buenas prácticas contables que aseguren la fiabilidad de los datos y la toma de decisiones correctas. A continuación, se exponen diversas prácticas sugeridas para empresas, en particular PYMEs, con el objetivo de mantener un control efectivo sobre sus activos, pasivos y patrimonio:

  • Separación de finanzas personales y empresariales: El dueño del negocio debe mantener sus cuentas personales separadas de las de la empresa, esto contribuirá a tener mayor claridad acerca del verdadero patrimonio del negocio y evitar confusiones asociadas al periodismo contable, o la mezcla de ingresos. Es importante formalizar los documentos para que reflejen el verdadero patrimonio de la empresa por socio que se retira o aporta al negocio.
  • Llevar la contabilidad al día y con rigor: El orden y la puntualidad son sumamente necesarios en la mediación de tiempo de ventas, compras, pagos, cobros, inversiones, entre otros. No dejar para después alguna actividad contable reconocida como la acumulación innecesaria de trabajo que se tiene en el último instante. Es importante ordenar la acumulación de la dispensación de activo y pasivo. Igualmente conciliar cuentas bancarias de forma sistemática, así como el cruce de saldos en libros contables respecto a la liquidez, disponibilidades físicas, inventarios o deudas.
  • Emitir facturas y documentos de soporte de cada operación: La obligación subraya que cada venta figure en el libro encriptado como respaldo y cualquier tipo de gasto relacionado debe estar respaldado por alguna factura o recibo. Esto no solo cumple exigencias fiscales, sino que facilita un control organizado de las operaciones y brinda evidencia legal de las transacciones​. La emisión oportuna de facturas (y su entrega al cliente) acelera la recuperación de cartera, mejorando el activo disponible.
  • Administrar de manera activa las cuentas de cobro y por pagar: Una adecuada gestión del activo y pasivo corriente exige supervisar los créditos concedidos a los clientes y las responsabilidades con los proveedores. Se aconseja definir políticas de crédito a los clientes (limitaciones, tiempos) y monitorear la cartera para prevenir demoras. Es posible identificar cuándo un cliente se aproxima a su límite crediticio o muestra mora para tomar medidas (restricciones de pago, suspensión de operaciones) para salvaguardar su liquidez. Asimismo, el uso eficiente de los plazos con los proveedores sin incurrir en demoras contribuye a optimizar el flujo de efectivo.
  • Utilizar herramientas tecnológicas de administración: En resumen, incluso una pequeña empresa debería considerar al menos un software de contabilidad básico o un ERP adaptado a su tamaño. Estas herramientas simplifican la obtención de datos para la correcta toma de decisiones y previenen la repetición de tareas o cálculos manuales susceptibles a equivocaciones. Numerosos sistemas de contabilidad para pequeñas y medianas empresas son accesibles y se encuentran en la nube, lo que suprime obstáculos de costo e infraestructura.
  • Conservar ordenado el registro de documentos y comprobantes: Es esencial conservar todos los documentos de las transacciones (facturas, recibos, pagarés, contratos, recibos de salario, etc.) de manera organizada, ya sea en papel o en formato digital. Esto posibilita la auditoría y comprobación de los saldos de activos, pasivos y patrimonio cuando se requiera. Un archivo ordenado también permite cumplir con las exigencias de las autoridades tributarias y llevar a cabo análisis exhaustivos si se observan inconsistencias en los registros.
  • Examinar de manera regular los estados financieros y las métricas principales: No es suficiente con producir balances una vez al año; se recomienda crear estados financieros mensuales o trimestrales para supervisar el progreso del negocio. Al realizar revisiones regulares, es posible identificar problemas a tiempo (como un incremento atípico de las cuentas por cobrar o un endeudamiento excesivamente elevado) y rectificar el rumbo. Los Software que incorporan herramientas de análisis de datos (o incluso cuadros de control en hojas de cálculo) pueden ayudar en la visualización de tendencias en activos, pasivos y patrimonio. Elementos como la liquidez circulante (activo circulante/pasivo circulante), la magnitud de la deuda (pasivo total/activo total) o la rentabilidad sobre el patrimonio (beneficio neto/patrimonio) deberían estar incluidos en el tablero de control financiero de la empresa.
  • Adherirse a las regulaciones contables y fiscales vigentes: Una práctica adecuada es garantizar que la contabilidad se aplique al marco regulatorio correspondiente (NIIF para PYMEs en Colombia, por ejemplo) y que se estén identificando adecuadamente los activos y pasivos de acuerdo a dicho estándar. Además, el cumplimiento puntual de las responsabilidades fiscales (declaraciones de IVA, renta, recaudación, contribuciones) previene penalizaciones que impactarían innecesariamente en el pasivo de la compañía. Es esencial mantenerse al día con las modificaciones de leyes fiscales o normas contables para cumplir con la responsabilidad financiera.
  • Buscar asesoría profesional cuando sea necesario: Finalmente, si los propietarios o gestores no poseen habilidades en contabilidad, resulta crucial recurrir a contadores profesionales de confianza. Un contador con experiencia no solo administrará adecuadamente los registros, sino que también podrá orientar acerca de tácticas para optimizar la situación financiera (como la optimización fiscal, la reestructuración de deudas, la mejora en el control interno). La inversión en un asesor contable competente se manifiesta en informes financieros más fiables y en decisiones más fundamentadas.

Al poner en práctica estas estrategias, una compañía se situará en una posición más favorable para mantener un control eficaz de sus activos, pasivos y patrimonio. Por ejemplo, dar prioridad a la administración contable y evitar su descuido facilita el conocimiento constante de las entradas, salidas y el capital disponible, previniendo sorpresas desagradables debido a la ausencia de datos. Asimismo, la automatización de procedimientos de nómina, pagos y facturación permite que la dirección se enfoque en estrategias de expansión en vez de labores operativas. En resumen, la mezcla de personal formado, procesos claramente establecidos, respaldo tecnológico y disciplina en contabilidad resulta en información financiera de alta calidad. Y con datos precisos, la compañía puede evaluar su situación financiera con exactitud, tomar decisiones basadas en información y reaccionar con rapidez a los desafíos del mercado.

Dominar la contabilidad: base para decisiones inteligentes y sostenibles

Los conceptos de activo, pasivo y patrimonio superan las definiciones académicas: representan los fundamentos en los que se edifica la información financiera de una compañía y se analiza su robustez económica. En el entorno competitivo del comercio en Colombia y Latinoamérica, conocer estos principios facilita a emprendedores y directivos comprender de manera auténtica la condición de sus empresas. Un balance equilibrado -en el que los activos productivos se incrementan, las deudas se conservan en niveles controlables y el patrimonio se robustece con el tiempo- sugiere que es una empresa en buen estado, apta para atraer inversión, conseguir crédito y crecer de manera sostenible.

La fórmula contable Activo = Pasivo + Patrimonio, resume de manera sofisticada la forma en que se financian los recursos de una empresa. No obstante, tras su sencillez se oculta la complejidad de las decisiones cotidianas: ¿es necesario financiar un nuevo activo con deuda o con capital propio?, ¿qué acciones adoptar cuando las ventas a crédito se incrementan y el portafolio (activo) se expande, pero también lo hacen las demandas de efectivo para cubrir compromisos (pasivo)?¿Cuánto repartir de las ganancias sin poner en riesgo el patrimonio futuro? Todas estas interrogantes se resuelven de manera más efectiva contando con datos fiables y oportunos, resultado de una contabilidad estricta.

Hoy en día, respaldar las empresas con tecnología es casi una necesidad y no solo un beneficio. Herramientas como Loggro brindan a las pequeñas y medianas empresas la oportunidad de tener un control unificado de su empresa en tiempo real, desde el stock hasta la contabilidad. Conseguir que la información financiera esté siempre al día y accesible facilita una respuesta rápida: por ejemplo, si un indicador de liquidez indica alerta, la compañía puede aplazar una adquisición significativa o administrar un crédito antes de cometer incumplimientos.

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En el cambiante ambiente de negocios en Latinoamérica, donde cada elección es crucial, disponer de un robusto sistema de contabilidad, y preferentemente automatizado con un ERP SaaS de confianza, se ha convertido en un elemento distintivo. Gestionar el negocio con datos al alcance y con rigor financiero es la estrategia más efectiva para que los números respalden las tácticas y para que el negocio florezca a largo plazo.

Sobre el Autor:

Equipo Editorial Loggro

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